Ahora lo entendía mejor. Había pasado por alto las señales en rojo, había desperdiciado buenos consejos, de algún modo había sido muy irresponsable, pero no estaba convencida de arrepentirme de ello. De todos modos, eso a ellos no les importaba, vendrían a buscarme y el escape era imposible.
Había sido cuidadosa. No le había contado a nadie de mi secreto, había cubierto mis huellas y mi accionar había sido entre las sombras, pero presentía que ya estaba descubierta. Iban a condenarme y no podría escaparme. Lo sabía. Lo sentía, y mi corazón rompía en llanto mientras pensaba en mi triste y trágico final…
Las campanas sonaban mientras yo rezaba por las almas del resto. Sabía que eran muchas más, muchas como yo, incluso más inocentes… Me había enterado de todo y había tratado de ayudar desde mi lugar, pero no podía. No estaba en mis manos. No era tan poderosa… ahora vendrían por mí.
Oía sus pasos acercarse. Sus murmullos detrás de mi nuca. Sentía mis músculos retorcerse y cada vez que cerraba los ojos veía a los espíritus que penaban. El tormento era agónico… la pena, enorme…
Un golpe brusco derribó la puerta y entraron. Tan hipócritas, tan autoritarios, tan violentamente indigentes e inhumanos… si los demonios realmente existían (y yo creía en estos seres), no eran otros que ellos.
Con una brutalidad indescriptible me ataron las muñecas con una soga tan apretada que mis manos se dormían por la falta de circulación sanguínea. No me moví. Sabía que cualquier tipo de resistencia solo generaría tormento físico para mí, así que me resigné a dejarme llevar a donde pasaría mis últimos instantes. Hacia ese lugar donde la “ley” se encargaría de mí.
No les dije una sola palabra. Solo los miré con fiebre de venganza en mis ojos. Por dentro los maldecía. Les deseaba lo peor. Conjuraba pesadillas para todos ellos, hombres y mujeres sanguinarios que imponían las reglas del juego a su antojo, que tomaban en sus manos las leyes de la vida…
Eran como animales en acecho. Hienas. Se reían de la muerte como si esta no fuera a sorprenderlos jamás. Festejaban la sangre derramada y se jactaban de ser verdugos, que poco sabían de la vida… que tristes objetivos de exterminio los invadían…
Me hicieron caminar a la luz del día, frente a una multitud que me gritaba barbaridades que me afectaban en menor medida que el hecho de reconocer entre todo ese gentío a personas que conocía. Traidores que me acusaban de traición…
Yo simplemente los miraba, escapaba a mi razón que fueran tan básicos, y primitivamente brutales. Internamente pensaba en que era preferible morir por una causa que por una casualidad, pero de todos modos me parecía injusto ser juzgada o mejor dicho, ser prejuzgada. Evidentemente estaba viviendo en un tiempo que no era para mí, y mi tiempo prestado estaba caducando…
Continuará…
VIRRRRRRGIIIIIIIIIIIII QUIERO MASSSSSSSSSS!!!!!!!!!
ufaa cheee odio leerme aunq sea minimamente en las cosas q leo!!!!
ta buenisimooo quiero la parte II
Viste La Pasión?
Muy bueno, esperaré pacientemente por la próxima entrega!